Siempre he pensado que mentir era el camino fácil, camino fácil para los cobardes que no se atreven a mirar a los ojos y decir la verdad, aunque duela como el cañonazo de un barco.
Así que, puestos a decir la verdad, podría decirte un par de cosas que, de seguro, no sabes.
Podría contarte como me petrificas, con esos ojos traviesos, que me miran como si me hubieran buscado toda la vida.
Podría decirte la de veces al día que me acuerdo de como me miraste la primera vez que me abrazaste.
Que tus manos tienen una cualidad mágica, y es que cada vez que me tocas mi piel se siente viva.
Que, aunque haya cosas que no me hacen gracia, no puedes borrarme la sonrisa cuando estoy a tu lado.
Podría contarte lo mucho que me cuesta separarme de ti, aunque parezca que siempre estoy decidida cuando me tengo que ir.
Que en cuanto tardas más de cinco minutos, cuando quedamos o cuando hablamos, tengo miedo de que te haya pasado algo.
Podría susurrarte al oído porqué mi piel se eriza cuando me soplas en el cuello.
Podría contarte las ganas que tengo de que sea verano y te quedes a dormir en mi cama.
Podría decirte que un segundo después de que te hayas ido, ya te echo de menos.
Que quiero estar a tu lado todos los días del resto de mi vida.
Y todo eso que tengo que decirte no sería nada en comparación con todo lo que siento.
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